sábado, 3 de mayo de 2008

Condon usado (noviembre,2007)


I



Buenas tardes. Pase y póngase cómoda.- El doctor H.R dio la vuelta hacia una repisa que cubría toda la pared ocre del fondo de la sala. Estaba repleta de archivadores de color burdeo y libros como enciclopedias que no creo que haya leído.
- Helena Montalva. Lo encontré. Dígame, ¿Es primera vez que se atiende en este centro?- Observe la precaria decoración del lugar con un solo diploma frente a la puerta de entrada. – No. He venido desde los 6 años, deje de venir a los 12.

Tengo 15 años, dentro de 2 meses cumpliré 16, estudio en el colegio que queda dos cuadras debajo de aquí. Vivo en una villa una cuadra arriba de un hospital, mi color favorito es el azul, le temo a la oscuridad y a los duendes.

El maldito lugar donde me encontraba despertaba los peores momentos que viví en mi infancia. La muerte de mi hermano, los gritos de mi papa, los gritos de mi mama, entre otras cosas que afectan a los niños. Era una casa antigua. Tres pisos, un montón de habitaciones cayéndose a pedazos por termitas y hormigones, Había una ventana muy grande hacia un patio trasero. Frondosos árboles y un columpio tétrico. Me dejaban ahí antes de entrar a la consulta de la Mariana. Después de un tiempo me derivaron a la habitación del frente.

Hace algunos meses llego Max a mi vida. Bueno no precisamente a MI vida.
Max es amigo del hermano de la Isi, mi vecina. Esta viviendo con ellos hasta encontrar trabajo en esta ciudad. No creo que lo haga pronto, pero así puedo estar mas cerca de el.

Se lo que quiero. Hace algún tiempo escuche que hablaba con el hermano de la Isi, el idiota de Jaime. Max estaba ebrio, lloraba y sorbeteaba los mocos como un pendejo. Estaba hablando de su madre muerta y de otras cosas que no alcance a escuchar. De pronto salieron de la pieza y yo trate de fingir que me dirigía al baño.Me acerque discretamente a el para retener su olor. Olía a cerveza y ron limón. Una porquería, claro, es como tomar colonia inglesa, pero mezclado con su esencia llega a tener el aroma y el sabor más placentero que jamás he sentido. Me mirò y paso de largo. Me di la vuelta para mirar su hermoso y deceable trasero. En ese momento supe que lo amaría locamente el resto de mi vida.

Últimamente he pasado más tiempo en la casa de la Isi que en la mía. Claro, tengo que lograr que todo sea naturalmente hermoso, de tal manera que parezca una amistad real.
Es muy difícil generar una amistad con una mina que no piensa en otra cosa más que en depilarse y fantasear con Orlando Bloom o Justin Timberlake. A todo esto se le suma la desagradable presencia de su hermano, un verdadero loser, amante de la pornografia y de Naruto. Pero, en fin. ¿A quien le interesa todo esto si Max esta rondando por la casa?





II


La primera vez que estuve con Max fue hace casi dos meses. No estaba ebrio en un principio. Mi vieja no estaba y yo no tenía llaves para entrar a la casa. Fui a ver a la Isi. Tampoco estaba. Eran como las 7 de la tarde, pero estaba oscuro y hacia frió. Me senté en la vereda que esta al lado de un árbol muerto, frente a una botillería. Era viernes. Me quede medio dormida esperando a que alguien llegara a rescatarme de morir de hipotermia o algo asi. De pronto sentí a alguien hablando solo. Era la voz de Max. Hablaba por teléfono. Parecía tranquilo, hasta que la furia se apodero de el y manda a volar su celular. Lo hace mierda.
-¡Helena!- grito sin saludarme - ¿Tienes celular con plata?, se me acabo la tarjeta.
- No, no tengo.
-¿La botillería tiene teléfono publico?
-¿Teléfono?, con suerte tiene puerta. Aunque cerca del hospital hay uno que aun funciona. ¿Te acompaño?

Dábamos pasos cortos y casi no avanzábamos. La calle estaba oscura. Hablamos del terror que sentíamos por las serpientes, de nuestros gustos musicales, de lo mucho que odiamos los hospitales y otras estupideces.
-Yo colecciono in sectarios con mariposas y toco el pito en la banda del colegio
- Mi hermano era guaripola
- ¿Y tu que hacías?
-Aunque no lo creas soy un artista – dijo riendo – bueno, en realidad lo era.
-Me gustan los hombres así. Sensibles.
-Me caes bien, pendeja. A todo esto, ¿Qué edad tienes?
-Tengo 18.

Llegamos al teléfono. Me senté en el piso a esperar que terminara. Solo había tierra y en algunos sectores, trozos de pavimento mal hecho. No escuche lo que hablaba, pero parecía feliz. Solo me puse a observarlo. Descubrí que se muerde los labios con frecuencia y que tiene un tick en el ojo derecho. Termina la llamada.
-Es viernes -me dice mirando a todos lados.
-Si, es viernes.
-Podríamos hacer algo, salir a celebrar.
- ¡Si!, tengo un amigo que vende entradas para…
-No, que mamón una disco. Puras pendejas putas o lesbianas. Mejor llamo al Chelo y le pido el auto.
-Demás que lo ocupa.
-Va a estar donde la Jose.
-¿Acompáñame a mi casa a ver si llega alguien?, es que me tengo que sacar el uniforme.
- Pero cuando estés lista llámame a la casa del Jota, da lo mismo la hora.




III


“Ella esta loca, ella no quiere nada, ella esta rota y no se siente amada…” Era de noche, pero solo se que un perro caminaba al lado mió, pero no pudo caminar a mi ritmo. Solo miraba hacia abajo. Cemento, tierra, cemento, tierra, cemento. Me topaba de vez en cuando con algún chicle, mierda aplastada o algún condón usado en el camino. Quizás pisè algo. Llevaba el mp3 al máximo de volumen. A veces la música sonaba cortada, creo que lo eché a perder. No vi nada de lo que pudo pasar al lado mió. Ni siquiera supe donde estaba. Ya no importa.

“Es una bestia herida, perdida lejos de casa…” Tres semanas. Han pasado tres semanas. El jueves Max parte a Concepción. Hoy es martes. Dos días. Dos días para aprovechar el tiempo que nos queda, o dos días para contarle y echarlo todo a perder. Quizás se escape. Quizás se quede y termine odiándome. No se que es peor. “Ella no es linda, tampoco es educada, mierda para los niños que solo quieren tocarla…” Logre arreglar el mp3 momentáneamente. Apreté la parte suelta con scotch. La música seguía.

-Te sientes perra.
- Me siento perra.
-Te jode la vida.
- Me jode la vida.
-Le jodes la vida
-Le jodo la vida.

Las voces en mi cabeza no se callaban y yo seguía caminando. Mas bien corriendo.
“Es un ángel, lleno de rabia, ¡De noche y de día desamparada!...” Tropecé con algo, no se lo que era. Pequeñas piedras se incrustaban en mis manos y rodillas y la tierra se metía por las heridas. Ahí mismo me eche a llorar. Quizás no estaba sola, pero así me sentía. Lloraba a gritos, desesperada. No estoy loca, solo desesperada. Los Fiskales seguían sonando y la voz en mi cabeza me hundía. Eran dos. Dos rayas rojas. Maldito test, nunca había meado con tanto miedo. Dos rayas rojas. Era positivo.POSITIVO.

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