jueves, 8 de enero de 2009

EQUILIBRIUM


…Y ahí estaba ella, caminando sobre el muro, apenas habían llegado sus primeras sangres y estaba a la vista. Sus pies no eran más grandes que una de mis manos. Desarrollaba una agilidad increíble y una elegancia extraordinaria. Al parecer, ambos lados del muro intentaban derribarla. Por un lado estaba el circo. Aquel de las jaulas enormes. De caer ahí, el pueblo entero disfrutaría de ella, convirtiéndola en un ornamento mas dentro de él. Del otro lado deseaban protegerla, cuidarla, ocultarla, cubrirla y succionarla. ¡Abran paso al convento, que para ella abrirá sus puertas! –

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